El Consenso de Beijing busca maximizar el aprovechamiento de la inteligencia artificial en la educación. Y no es para menos, ya que la tecnología es muy prometedora. Sin ir más lejos, herramientas como ChatGPT y similares han demostrado ser muy útiles en ese campo. Pero para aprovecharlas, es necesario darles un uso ético.
En el año 2019, se celebró la Conferencia Internacional sobre Inteligencia Artificial en la Educación en Beijing. La UNESCO y la República Popular China fueron los organizadores de un evento que fue multitudinario. Congregó a más de 50 ministros de diferentes países, 500 representantes internacionales y a varias organizaciones.
El objetivo de la conferencia era plantear modos de integrar la inteligencia artificial en la educación para mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Además, se tendría que conseguir un sistema educativo más equitativo y de mayor calidad como resultado. Al fin y al cabo, las posibilidades de la tecnología para formar a una persona son muy amplias.
Volviendo con el ejemplo de ChatGPT, un alumno podría utilizarlo para ampliar la lección recibida en clase. Idealmente, esta se adaptaría al nivel adecuado y se explicaría de manera sencilla, ya que existe la opción de indicárselo a la herramienta. Por tanto, conviene que los pequeños y los jóvenes entiendan cómo sacarle el máximo partido.
Del 16 y al 18 de mayo del 2019 se celebraron diferentes reuniones y consultas entre los asistentes. Estas sirvieron para alcanzar varios compromisos:
Todas las discusiones y reuniones cristalizaron en una serie de principios. Su finalidad es la de orientar los trabajos en todos los países que participaron. Así, tienen unos fundamentos comunes que aplicar a la realidad de cada lugar. Los más importantes son los siguientes.
Que la inteligencia artificial se use de manera ética es fundamental. Los niños y los jóvenes deben entender que utilizarla para que les haga los deberes, por ejemplo, no les sirve de nada. Sí, completan las tareas en cuestión de segundos, pero lo que aprenden no posee mucho valor.
Es esencial que entiendan el potencial, tanto para el bien como para el mal, de la tecnología que tienen entre manos. De lo contrario, tenderán a aplicarla solo a modo de atajo en su formación y no como un medio para ampliarla.
Garantizar que todos los estudiantes tienen un acceso en igualdad de condiciones es todo un reto. Los costes de las herramientas llegan a ser inasumibles para quienes disponen de pocos recursos. Por tanto, las instituciones educativas deben encargarse de mitigar este obstáculo en la medida de lo posible.
La creación de marcos regulatorios debe orientarse a proteger los datos de los alumnos y los profesores. Cabe la posibilidad de que las herramientas los filtren, les den un mal uso o no avisen de qué hacen con ellos. La transparencia es fundamental.
Lo que buscan las aplicaciones es mejorar la calidad de la formación y hacer que esta sea lo más accesible posible. De esta manera, se fomenta una correcta integración de la tecnología en diferentes aspectos del sistema. Desde la administración a las aulas, ten en cuenta estas claves.
El uso de IA generativa en clase permite personalizar el aprendizaje. Basta con darle las indicaciones pertinentes a la herramienta mediante prompts. Por ejemplo, que explique el ciclo del agua a un estudiante de 10 años. La máquina utilizará un lenguaje ajustado a la edad y luego se mostrará receptiva a cualquier duda.
Otro aspecto en el que la inteligencia artificial ayuda es en la automatización de las evaluaciones. Es posible que plantee exámenes o cuestiones a los estudiantes siguiendo una programación previa. Así, la intervención del profesor se reduce a las tareas menos automáticas y más humanas.
Las tareas de administrativas consumen un tiempo valioso que los profesores podrían usar para preparar sus clases y dar un trato más cercano a los alumnos. Actividades como calificar exámenes y llevar los registros académicos pueden dejarse en manos de la IA. En muchos casos, basta con automatizar el trabajo, pues es muy simple y repetitivo.
Pese al potencial, existen una serie de desafíos que es necesario afrontar. De lo contrario, no se conseguirá integrar la tecnología de manera satisfactoria. Pero antes de tomar ninguna decisión, conviene ver los obstáculos destacados por el Consenso.
Es posible que los centros no cuenten con los recursos necesarios para implementar herramientas de inteligencia artificial. Quizás falten equipos informáticos o un acceso rápido a internet. En cualquier caso, los Estados deben dotar a sus sistemas educativos de presupuestos adecuados.
Este es un desafío importante y que debe resolverse con medidas contundentes. Al fin y al cabo, si las brechas persisten, se irán agrandando con el tiempo.
Si los profesores no saben utilizar las tecnologías a su alcance, no podrán aprovecharlas. Tampoco lograrán transmitir cómo usarlas de manera ética a sus alumnos.
Por último, la inteligencia artificial es una tecnología que suscita un intenso debate. Sus capacidades generan varios miedos, en especial en lo relacionado a la pérdida del trabajo. También puede utilizarse de manera dañina con mucha facilidad. Todo esto exige enseñar su buen uso desde los primeros niveles educativos.
El Consenso de Beijing aporta un marco de referencia inestimable. Sirve para mostrar el camino para que los países aprovechen la IA. Al mismo tiempo revela los obstáculos y problemas que hay que superar, algo que exige decisión. Si quieres ahondar en este u otros temas, en Cámara te ofrecemos gran cantidad de contenidos. ¡Descúbrelos!
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